miércoles, 5 de febrero de 2014

Peligro Oscuro - C. Feehan - Segunda escena eliminada







Dominic miró a Solange cuando se aproximaron a la casa principal de los De La Cruz y envió un aviso a los hermanos. Al igual que Solange, sabía que estarían siendo cuidadosamente observados según se acercaban a su destino. Ella se apartó un poco de él, dándole espacio para luchar si fuera necesario. Estaba vestida con su armadura de guerra: vaqueros azules y una camiseta; su pelo estaba recogido en una severa trenza. Estaba totalmente seria, sus ojos en alerta, constantemente buscando trampas ocultas. Dominic pensó que era absolutamente preciosa.

Ella se movía con fluida gracia sobre cada obstáculo, flotando sobre el suelo en absoluto silencio. Para él, el contraste entre su guerrera y su mujer era la cosa más absoluta y sexy del mundo. Solange era tan confiable en una lucha como cualquier cazador cárpato con el que él se hubiera cruzado. Su poder podría no ser el mismo pero su valor y su determinación estaban ahí.

—Estás nerviosa. –Usó su forma de comunicación más íntima. Ella ni siquiera le miró. No hubo ningún cambio en su expresión que indicara que él le había hablado.

—No tienes ni idea de lo que me espera con mis primas. Juliette y Jasmine se reirán como nunca porque ahora tengo un hombre. Y esa MaryAnn, que es una consejera de mujeres que ha estado trabajando con Jasmine, es la chica más femenina que he visto nunca. Quería que me pintara las uñas de las manos y de los pies. ¿Te lo imaginas?

—Hmmm –especuló Dominic con voz de terciopelo—. Las posibilidades son asombrosas.

Eso le costó una rápida mirada de censura por el rabillo del ojo de Solange.

—Mejor que no les sigas el juego, Dominic, o te verás en el suelo llorando como una niñita.

—Solo puedo esperar con ansia ese momento. Refrena a tu felino. Está pensando en acechar a Manolito, y este podría hacerse una idea equivocada de él.

La mirada de Solange descendió hasta su gatito.

—Sombra, ven aquí ahora.

—¡Whoa!, ¡tío Manolito, mira esto! –exclamó la voz de un joven.

Un chico delgado, de edad indeterminada, salió de entre los arbustos y corrió hacia Sombra. El gatito saltó en el aire, gruñendo una advertencia, su cuerpo haciéndose insustancial. En un momento era sólido y al siguiente no era más que una sombra que corría de vuelta hacia Solange y Dominic.

—Veriak ot en Karpatiiak (Por la sangre del príncipe) –juró Manolito— Josef, vuelve a donde pueda protegerte.

Era demasiado tarde, el chico ya estaba afuera y desvaneciéndose tras el felino de las sombras.

—¿Has visto eso? En serio, tío Manny, lo de ese gato es mortal.

Solange fulminó al chico con su mirada, su mano deslizándose sobre su arma cuando la cabeza de él osciló entre las sombras, obviamente siguiendo a su gatito.

—Mi gato no está enfermo –dijo—. Déjale solo antes de que le asustes y te hiera. ¿No tienes nada mejor que hacer más que perseguir a un pobre cachorrito a través de la maleza?

Suelta tu arma, Solange –aconsejó Dominic.

Ella bufó ante la idea.

—Manolito –su voz cambió—. Tío Manny, tú me conoces bien. Si ese idiota toca a mi bebé, tomaré represalias… sangrientas represalias. Llámale.

—Como si tuviera autoridad sobre él –murmuró Manolito—. Le cogería por la oreja pero MaryAnn dice que el chico tiene que encontrarse a sí mismo. Adelante, Solange, y trata con él. Estoy de acuerdo.

—¿Es este tu genio, Dominic? –demandó Solange cuando una mancha gris-negruzca corrió hacia ella, escondiéndose detrás, su cuerpo cambiando de transparente a sustancial y viceversa; las orejas y la cola en tensión, indicando su agitación—. ¿Este chico irreflexivo que persigue a mi gatito?

Josef se paró de repente frente a ella, quitándose las hojas de su camisa. Le sonrió, sus ojos brillando, su mirada pasó de ella hasta el felino que gruñía.

—¡Mortal! Increíble, Dominic. ¿Dónde lo encontraste?

—No está enfermo –reiteró Solange—. Es un felino de las sombras y se supone que es así.

—“Mortal” es algo bueno, como una forma de “guay”, ¿sabes? –se limitó a decir Josef, descartando la explicación con un ligero movimiento de mano. Trató de caminar alrededor de Solange pero ella se movió con él, bloqueando su camino. Él pestañeó y la miró como si la viera realmente por primera vez. Le dedicó una sonrisa encantadora.

Solange nunca había visto a nadie como él. Tenía el pelo de punta, ojos traviesos, las orejas perforadas y un collar y una pulsera de pinchos. Le observó atentamente con su mirada más intimidante, ignorando a Dominc que se había movido ligeramente para interponer su gran figura entre ella y el chico. Ella supuso que tendría veintipocos pero parecía muy joven. A pesar de su extraña apariencia, tenía un aire de inocencia.

—¿Qué eres tú exactamente? –preguntó Solange.

Manolito resopló. Los labios de Dominic se crisparon. Ella les echó una severa mirada a ambos y puso una mano tranquilizadora sobre la cabeza de Sombra. El gato se refregó contra su pierna empujando con fuerza suficiente como para hacerla dar un paso adelante.

Josef no parecía afectado ni lo más mínimo por la pregunta.

—Soy un hombre cárpato. ¿Qué eres tú?

Dominic gruñó una advertencia.

—Cuida tus modales, muchacho.

—Supongo que es una pregunta legítima después de que yo también se la hiciera –dijo Solange—. Yo soy su compañera. Quién lo habría pensado.

Manolito pareció asombrado. Más que asombrado. Impresionado.

—¿Bromeas, Solange? ¿Tú con un hombre?

Ya empezamos. Prepárate –avisó Solange a Dominic.

Estaba segura de que sus primas Jasmine y Juliette saldrían corriendo de la casa. Juliette era la compañera de Riordan De La Cruz.

—Sois unos cotillas –siseó a Manolito.

Él le sonrió.

—¿Ves cómo son todos, Dominic? –le confió Solange lo suficientemente alto como para que Manolito pudiera escuchar también su queja.

—¿Y ahora quién está cotilleando? –La molestó Manolito.

Solange se preparó cuando Juliette se echó en sus brazos, empujándola un poco. Dio un paso atrás con una pierna para tratar de evitar que ambas cayeran. No obstante, tropezó con el felino, perdió el equilibrio, todavía con su prima aferrada a ella, y dio con el culo en el suelo. Juliette aterrizó sobre ella y el gatito saltó sobre su cabeza.

Solange miró a Dominic, que no cambió de expresión pero pudo oírle reír en su cabeza.

Podrías haberme ayudado –le acusó.

Es verdad pero es que nunca te había visto así.

¿Cómo así? –Ella le miró entrecerrando los ojos.

Nerviosa.

¿Recuerdas que estoy armada, no? —le avisó.

Dominic esbozó una sonrisilla mientras apartaba al felino de Juliette para que las dos mujeres pudieran levantarse. Solange se incorporó de mala gana sin querer mirar a su alrededor, al grupo que, más bien, era ya una extensión de su familia. Todos estaban sonriendo como idiotas, igual que Dominic. Deseó que la tierra se abriera a sus pies y la tragara. No fue hasta varios minutos después cuando recordó que aquello podía pasar realmente.

Traducido por Sasha .

Aclaración: las partes que se encuentran en Cursiva, corresponden a diálogos de forma telepática  entre los protagonistas.

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