Solange colocó sus manos sobre el estómago redondeado de Jasmine.
—Ya no falta mucho, Jasmine. ¿Has tenido alguna molestia? Debería haberte comprobado más a menudo. Te juro que en la selva el tiempo se olvida.
Su prima más joven le sonrió y negó con la cabeza.
—He estado bien. Ya no tengo náuseas, gracias a Dios. Todos han ayudado mucho pero estábamos preocupados por ti.
Solange agachó la cabeza. Juliette y Jasmine habían pasado toda la vida preocupándose por ella de la misma forma en que Solange se preocupaba por sus primas. Quizá el tener a Dominic como compañero la había hecho más consciente de la gente que la quería y de lo duro que debía ser para ellos cuando ella desaparecía durante largos períodos de tiempo sin decir palabra y sin que hubiera manera de que supieran si estaba viva o muerta.
—Lo siento, Jasmine. Debería haber tratado de encontrar algún medio para que supierais que estaba a salvo.
La sonrisa de Jasmine se convirtió en una mueca.
—Al menos, has encontrado a un tío bueno allí en la selva.
Solange miró a Dominic deseando tener tiempo para molestar y visitar a sus primas. Ella siempre estaría un poco incómoda dentro de una casa y en presencia de hombres, incluso de los de la familia de sus primas, lo que les hacía técnicamente familiares suyos, pero deseaba pasar un poco de tiempo con las mujeres que quería. Solange los miró a todos, apretando los labios con fuerza. Parecía que nunca venía con buenas noticias. Jasmine estaba casi al final de su embarazo y, aún así, ella no podría descansar tranquila sintiéndose a salvo.
—¿Qué pasa? –preguntó Nicolas. Silenciosamente, se colocó detrás de su compañera, Lara, una mano descansando gentilmente sobre su nuca.
La atmósfera en la habitación cambió repentinamente, yendo de festiva a sombría en solo un instante. Solange movió la cabeza y apretó la mano de Jasmine, permaneciendo cerca de ella. Juliette se colocó en el otro lado de su muy embarazada hermana. El compañero de Juliette, Riordan, puso una mano en los hombros de ambas en un gesto de apoyo.
La sonrisa de Jasmine se convirtió en una mueca.
—Al menos, has encontrado a un tío bueno allí en la selva.
Solange miró a Dominic deseando tener tiempo para molestar y visitar a sus primas. Ella siempre estaría un poco incómoda dentro de una casa y en presencia de hombres, incluso de los de la familia de sus primas, lo que les hacía técnicamente familiares suyos, pero deseaba pasar un poco de tiempo con las mujeres que quería. Solange los miró a todos, apretando los labios con fuerza. Parecía que nunca venía con buenas noticias. Jasmine estaba casi al final de su embarazo y, aún así, ella no podría descansar tranquila sintiéndose a salvo.
—¿Qué pasa? –preguntó Nicolas. Silenciosamente, se colocó detrás de su compañera, Lara, una mano descansando gentilmente sobre su nuca.
La atmósfera en la habitación cambió repentinamente, yendo de festiva a sombría en solo un instante. Solange movió la cabeza y apretó la mano de Jasmine, permaneciendo cerca de ella. Juliette se colocó en el otro lado de su muy embarazada hermana. El compañero de Juliette, Riordan, puso una mano en los hombros de ambas en un gesto de apoyo.
—Traemos noticias sobre un ataque bien planificado y a gran escala sobre vuestra casa y las personas que trabajan aquí. Esto es un ensayo antes de que Malinov mande a su ejército sobre el príncipe. Zacarías estará allí fuera —Dominic gesticuló hacia el bosque fluvial—, donde podrá hacer más. Vendrán pronto así que debéis preparar a los que os son leales para la lucha porque, ciertamente, nos vienen pisando los talones.
—Has usado la palabra “ejército” –dijo Rafael—. ¿Cuántos vienen hacia nosotros? ¿Tienes alguna idea de su número?
Dominic negó con la cabeza.
—Has usado la palabra “ejército” –dijo Rafael—. ¿Cuántos vienen hacia nosotros? ¿Tienes alguna idea de su número?
Dominic negó con la cabeza.
—Siento que tenemos un problema en nuestras manos. Necesitamos estar preparados para oleadas de vampiros y quizá marionetas humanas durante el día si no podemos derrotarles inmediatamente. La buena noticia es que ellos no tienen ni idea de que sabemos lo que traman.
—Jasmine no puede quedarse aquí –dijo Juliette—. Solange, tienes que llevártela a algún lugar seguro.
—Jasmine no puede quedarse aquí –dijo Juliette—. Solange, tienes que llevártela a algún lugar seguro.
Jasmine movió la cabeza.
—No. Estoy harta de ser un peso muerto, Juliette. Solange es siempre la que planta cara a nuestros enemigos. Puedo luchar tan bien como cualquier otro si es necesario. Soy capaz de usar algunas de las armas que Riordan forjó para los trabajadores que suelen matar vampiros. Hacemos simulacros todo el tiempo. Sé qué hacer.
—Pero… —Juliette miró a Riordan quien, inmediatamente, la acercó a él—. ¿Estás segura, Jasmine? Solange puede sacarte de aquí. Sabes que puede hacerlo.
—No. Estoy harta de ser un peso muerto, Juliette. Solange es siempre la que planta cara a nuestros enemigos. Puedo luchar tan bien como cualquier otro si es necesario. Soy capaz de usar algunas de las armas que Riordan forjó para los trabajadores que suelen matar vampiros. Hacemos simulacros todo el tiempo. Sé qué hacer.
—Pero… —Juliette miró a Riordan quien, inmediatamente, la acercó a él—. ¿Estás segura, Jasmine? Solange puede sacarte de aquí. Sabes que puede hacerlo.
Solange no estaba tan segura como Juliette.
—Aquí estamos seis hombres cárpatos y seis mujeres cárpatas. No he perdido completamente mi habilidad de encarar el día y Dominic también puede hacerlo.
—Aquí estamos seis hombres cárpatos y seis mujeres cárpatas. No he perdido completamente mi habilidad de encarar el día y Dominic también puede hacerlo.
Nicolás le frunció el ceño.
—¿Cómo es eso posible?
—Tiene algo que ver con la sangre de Solange –respondió Dominic, consciente de que Solange estaba muy incómoda bajo el sol más fuerte—. No puedo quedarme tanto tiempo como Solange. Hemos hecho algunos experimentos y, la verdad es que todavía sentimos la debilidad cárpata, nuestros cuerpos se vuelven de plomo cuando el sol está en su cenit pero tenemos más horas por la mañana y por la tarde. Eso nos puede ayudar.
Nicolás continuó con el ceño fruncido, su expresión se volvió pensativa.
—¿Podemos compartirlo todos si intercambiamos sangre con vosotros?
Solange trató de no retorcerse ante la idea. Se obligó a permanecer derecha, sin cambiar su expresión. No importaba lo mucho que quisiera estar cómoda en presencia de hombres tan poderosos y abrumadores, sabía que nunca lo conseguiría.
—¿Cómo es eso posible?
—Tiene algo que ver con la sangre de Solange –respondió Dominic, consciente de que Solange estaba muy incómoda bajo el sol más fuerte—. No puedo quedarme tanto tiempo como Solange. Hemos hecho algunos experimentos y, la verdad es que todavía sentimos la debilidad cárpata, nuestros cuerpos se vuelven de plomo cuando el sol está en su cenit pero tenemos más horas por la mañana y por la tarde. Eso nos puede ayudar.
Nicolás continuó con el ceño fruncido, su expresión se volvió pensativa.
—¿Podemos compartirlo todos si intercambiamos sangre con vosotros?
Solange trató de no retorcerse ante la idea. Se obligó a permanecer derecha, sin cambiar su expresión. No importaba lo mucho que quisiera estar cómoda en presencia de hombres tan poderosos y abrumadores, sabía que nunca lo conseguiría.
—Yo preferiría darles mi sangre antes de verte tan angustiada.
Cada nudo de su estómago se calmó y se asentó. Allí estaba, ese tono aterciopelado que la acariciaba en lo más profundo de su ser, donde nadie más podía verla. Dominic. Su compañero. Ella le saboreó en la lengua. Él se plantó a su lado, hombro con hombro. En frente de ella o detrás. Siempre iba a estar allí con ella.
Cada nudo de su estómago se calmó y se asentó. Allí estaba, ese tono aterciopelado que la acariciaba en lo más profundo de su ser, donde nadie más podía verla. Dominic. Su compañero. Ella le saboreó en la lengua. Él se plantó a su lado, hombro con hombro. En frente de ella o detrás. Siempre iba a estar allí con ella.
—Estamos más que dispuestos a compartir sangre con vosotros, Nicolas –dijo Solange sabiendo que con Dominic podría hacer cualquier cosa, incluso compartir su extraña sangre con otros hombres—. Pero no podéis contar con usarlo sin probar antes sus limitaciones.
—Y los efectos parecen ir acumulándose. Zacarías tomó sangre y parece que tuvo un poco de efecto en él –añadió Dominic—. Por eso no sabemos a quiénes les funcionará y de lo que serán capaces de hacer.
Nicolas cogió la mano de Lara.
—Nosotros hablaremos con los trabajadores y les daremos la opción de decidir si se quedan o se van, sin que haya repercusiones más tarde. Esta no es una lucha humana e incluso con todo lo que les hemos entrenado, estarán en una terrible desventaja. En cualquier caso, deberían sacar a sus mujeres y niños de aquí. Rafael, tú y Dominic trabajaréis en nuestro plan de batalla. Manolito, asegúrate de proteger las estructuras. Riordan, haz lo mejor que puedas con el ganado. –Giró la cabeza, sus ojos encontrándose con los de Jasmine—. Hermanita, harás lo que te digamos. Eres valiosa para cada uno de los que estamos en esta habitación. Tienes un niño al que proteger.
Jasmine movió la cabeza, había lágrimas en sus ojos.
—No me mandes lejos de la gente a la que quiero, Nicolas. Eso ha pasado demasiadas veces en mi vida y todo fue destruido y la gente que me importaba murió o fue herida. Necesito estar aquí. Puedo usar armas. No soy un bebé.
—Nadie ha dicho que seas un bebé –dijo Solange amablemente—. Él está diciendo que necesitamos saber para qué luchamos y tú eres nuestra razón.
—Luiz y Josef llevarán a Jasmine a la cámara acorazada una vez que estemos bajo asedio. Ningún vampiro puede entrar allí –ordenó Nicolas—. No dudes, Luiz. Si es necesario, llévala tú y mantenla allí. Josef, espero que me obedezcas en esto. Tienes que guardarla también.
Josef pareció algo rebelde.
—Yo soy un cárpato y tengo habilidades para la lucha. Permitís que los humanos batallen con los vampiros y esperáis que yo me esconda. Puedo parecerte un niño…
—Dije que me obedecerás en esto y eso es lo que quiero decir. Solo por el hecho de que estés discutiendo esto conmigo cuando todos los demás se apresuran para la batalla, demuestra que eres demasiado joven para comprometerte en esta lucha.
Josef se ruborizó y agachó la cabeza. Incluso las puntas de sus orejas estaban rojas. Dominic dio un paso hacia él.
—¿Has olvidado que eres el único de nosotros capaz de descifrar el código encriptado que conseguimos de los laboratorios Morrison? Necesitamos ese material para proteger a esas mujeres inocentes, para asegurar de que ningún hombre soltero que tenga una pareja potencial entre ellas se pierda. Esta es una gran responsabilidad, Josef, y tiende únicamente sobre ti. No olvides nunca la importancia que tienes para tu gente. Jugar al héroe y morir sería estúpido en estas circunstancias, ¿no estás de acuerdo?
Josef encogió sus delgados hombros pero pareció más feliz.
—Sí, olvidé por un momento lo importante que era. Estoy en esto, Dominic, puedes contar conmigo.
—Todos contamos contigo, Josef –dijo Dominic.
El chico sacó pecho. Solange se encontró a sí misma sonriendo. Allí donde los hermanos De La Cruz eran más como ella, que se molestaban por tener que dar explicaciones al muchacho, Dominic era paciente y había reforzado su confianza con una pocas palabras. Tenía que aprender algunos trucos de él.
—Obviamente, Dominic, tú serás un mejor padre –le concedió—. Eso fue muy amable por tu parte.
—Todo lo que dije es cierto. Él quiere ser un cazador pero su verdadera arma es el cerebro y el hecho de que abraza el mundo moderno como ninguno de nosotros lo hace. Le necesitamos. Y él necesita saber que es necesitado.
Solange le amó más por todas aquellas observaciones.
Traducido por Sasha
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